La industria cultural hegemónica nos prueba constantemente su función como un brazo operativo crucial de las macro estructuras sistémicas a través de una aparente y mañosa angostura en el analisis de la producción artística, la cual en realidad es un agente que tiene como función condicionar algunos discursos y estéticas a ciertas posturas ideológicas o políticas.
“Consciente - Universitario - Backpacker - Revolucionario - Boom Bap sound - Golden era influenced - Underground”
Al final todos estos elementos giran entorno a la comodificación de la disidencia, a la domesticación y blanqueamiento de la alternatividad.
La implementación del término “conscious / consciente” en el contexto del rap no es mas que la neutralización de cualquier posibilidad de transgresión a través del arte ya que este trae consigo de forma implícita algunas condicionantes que restringen su impacto a circuitos de consumo limitados, atrapados en un cerco de seguridad que les impide conectar por decreto con un radio de gente mucho mas amplio.
Me gusta Forest Hills Drive de J. Cole porque ejecuta un premeditado y bien trazado rol de aparente ambigüedad que estrategicamente le responde con un doble juego a la audiencia y a la industria cultural.
J. Cole utiliza algunos sonidos y formulas probadas que le garantizan un espacio en el mainstream mediático, pero llevando escondido bajo el brazo una de las propuestas mas críticas a la coyuntura política actual de los Estados Unidos específicamente con respecto a la condición de la experiencia negra en la voz de un joven que no pretende citar a Marx o boicotear Nike, sino ofrecer su cuerpo y narrativa como una entidad vulnerable emocionalmente y muy accesible que tiene la capacidad de permear círculos impenetrables para el rap considerado “político”.
La producción musical dista de cualquier pretensión de suma "complejidad o innovación”, pero nos gratifica de sobremanera en el sentido auditivo y sin duda tendrá la capacidad de sonar bien en 10, 20 o 30 años.
Wet Dreamz es mi track preferido por ser un ejercicio franco que mientras deconstruye la hipermasculinidad del hombre colonizado, nos sigue haciendo mover el cuerpo sin remedio.
J. Cole decidió pintar su propio canvas, bajo sus propias condiciones y eso se agradece.
Súbele.