Poesía de Nos, Global South vernacular.
by Bocafloja
Recently, I heard a poet discuss his obsession with poetry as a hierophany. All jokes aside, what a regressive form of whiteness! I felt quite embarrassed for him and, despite the possibility of being cursed by Greek deities, I had no other choice but to smile and keep it moving in the name of dignity.
Cultural and epistemic hegemonies designed and instituted classic notions of poetry in ways that any system of knowledge that is not centering white culture goes through an irremediable process of peripheralization.
In the age of liberalism, shit is no different. Racialized poets that center their body of work on Diasporic narratives and identity while praising the Obama administration are just irresponsible, embodying a level of political naiveté close to absurdity since they choose to ignore the historical and political experiences inherent to their own bodies in regards oppression, abuse, and genocide perpetuated by the aforementioned politician and his collaborators.
Representation and visibility can become a "systemic concession" when power remains in the hands of the same administrators of wealth, just another pacifier that adds up in favor of internal colonialism.
I just can’t listen to any more criticism on Trump from poets that are not willing to question capitalism as a systemic structure that has been profiting on the social death of Black and Brown people across the globe for centuries.
That being said, and with the excuse of April being “National Poetry Month”, i wrote this piece in the spirit of sharing other voices, other discourses, other vernacular experiences;
Western constructions of women liberation and empowerment are often practically obsessed with the act of uncovering the body as the only road to emancipation, automatically categorizing as oppressive any other form political practice. When i hear Pussy Riot defined as some sort of vanguard when it comes to political activism, I have no choice but going back to some of the global south’s basic political premises; to provoke does not necessarily means to transgress, specially when the body is white.
Brown bodies proudly wearing a Hijab in white spaces as an affirmative act that states freedom of choice and liberation clearly shake hegemonies in ways they can’t digest easily.
Samira Saleh is an outspoken Muslim poet of Egyptian and Moroccan descent based in Belgium. Samirah has a powerful stage presence and her poetic delivery is flawless. “Can we please stop telling girls they can’t eat” remind us that switching the colonial lenses that for years have defined beauty and aesthetics in such toxic ways is not an option but a historical obligation that we need to pursue.
Amanda Alcantara’s wordplay is a full circle. It doesn’t ask for permission. She navigates language brilliantly by merging complex discursivity within Black and Brown vernacular in ways that clearly amplify the potential of a performative act.
Amanda has all the tools to theorize about Black feminism while twerking to trap music unapologetically.
Nunca seré fina is a powerful narrative in first person. In times where the liberal agenda is all about co-opting and neutralizing anything diasporic, Amanda is a very necessary voice that reminds us that identity politics was originally rooted in a profound anti-capitalist sense and internationalism.
La poesía de Nos.
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(Español)
Recientemente escuché a un poeta discutir sobre su cuasi obsesión con el acto poético como hierofanía. Dejando las bromas a un lado, que clase de blanquitud! Me dio un poco de vergüenza ajena y a pesar de la probable maldición impuesta por las deidades Griegas en mi contra, no tuve mas opción que sonreír y seguir mi camino en el nombre de la dignidad.
Las hegemonías culturales y su epistemología se han encargado de instituir las nociones “clásicas” de la poesía de una manera en la que cualquier sistema de conocimiento que no centra a la cultura blanca esta destinado a un irremediable proceso de periferización.
En la era de las democracias liberales, esta mierda no es distinta.
Todo poeta racializado que centra su trabajo en discusiones sobre identidad y narrativas de la Diáspora que al mismo tiempo rinde alabanza a la figura de Barack Obama y su administración, es sencillamente irresponsable, con un nivel severo de ingenuidad política que raya en lo absurdo dado que ignora las experiencias histórico-políticas inherentes a su propio cuerpo en relación con los procesos de opresión, abuso y genocidio perpetuado por el antes mencionado político y sus colaboradores.
Representación y visibilidad pueden convertirse en una especie de "concesión sistémica”cuando el poder y los recursos siguen estando en manos de los mismos “administradores”, convirtiéndose en un ejercicio de pacificación que fortalece y suma a favor del colonialismo interno.
Sencillamente me rehuso a escuchar mas críticas sobre Trump viniendo de poetas que se niegan a cuestionar al capitalismo como un problema estructural que se ha alimentado de la muerte social de los cuerpos racializados alrededor del mundo por cientos de años.
Habiendo dicho esto y aprovechando la excusa del mes de Abril como el “Mes nacional de la poesía” en los Estados Unidos, escribí esta pieza breve con la intención de compartir otras voces, discursos y tradiciones vernáculas.
Las construcciones occidentales referentes a la liberación y empoderamiento de la mujer manifiestan una constante fijación con respecto al acto de descubrir el cuerpo como el único camino legítimo a la emancipación, automáticamente categorizando como “opresivo” cualquier otra practica política referente a la vestimenta.
Cuando escuché a Pussy Riot ser definido como una especie de vanguardia dentro del activismo político, no tuve opción mas que remontarme a ciertas premisas básicas de la militancia en los “sures” globales; provocar no es necesariamente transgredir, en especial cuando el cuerpo es blanco.
Cuerpos prietos portando orgullosamente un Hijab en espacios blancos como un acto afirmativo que apela a la libertad de elección y a la liberación de la mujer, claramente sacuden a las hegemonías de una manera que les dificulta la digestión.
Samira Saleh es una poeta musulmana de ascendencia Egipcia y Marroquí residente en Bélgica. Samira tiene una poderosa presencia escénica y su ejecución poética es impecable. Can we please stop telling girls they can’t eat / Podemos por favor dejar de decirle a las jóvenes que no pueden comer nos recuerda que el cambiar los lentes coloniales y normalizados de apreciación estética y belleza que por años han contaminado nuestra psique, mas que una opción es una obligación historica que debemos perseguir.
El juego de palabras de Amanda Alcantara es un círculo completo. No pide permiso.
Navega sobre el lenguaje de forma brillante fusionando cierta complejidad discursiva con tradiciones vernáculas diásporicas, coloquialismos de la experiencia Negra que le permiten amplificar el potencial de su acto performativo.
Amanda tiene las herramientas para teorizar sobre feminismo Negro al tiempo que practica twerking a ritmo de Trap sin pedir disculpas.
Nunca seré fina es un sólido ejercicio de narrativa en primera persona. En tiempos donde la agenda liberal esta mas activa que nunca en términos de la co-optación y neutralización de cualquier manifestación asociada a la Diáspora, Amanda es una voz crucial para recordarnos que las políticas de identidad tienen su origen en un profundo sentir internacionalista y anti-capitalista.
Poesía de Nos.