Bien lo dijo Audre Lorde "Caring for myself is not self-indulgence, it's self preservation and that is an act of political warfare".
Por siglos nuestras culturas han utilizado ornamentos y prendas que incluso en aquellos contextos eran considerados ostentosos. Los dientes de oro fueron por mucho tiempo un símbolo de haber conseguido la emancipación durante la esclavitud. Hoy, para la blanquitud alternativa son motivo de mofa y para su par republicana son un articulo deleznable.
Pero a nadie en esta esfera que abraza la normatividad estética blanca le escandaliza el pendejo de Luis XV y su violentisima indumentaria, o la por demás asquerosa esterilidad en las prendas bitonales de la oligarquia latinoamericana que no es mas que una reminiscencia a la melancolia de un Paris sin argelinos, de un Paris sin cameruneses, de un Paris sin prietos.
Poco me genera mas vergüenza ajena que la militancia blanca deslegitimando nuestros procesos en base a un análisis torpe y angosto en el que llevar puestas las "prendas del imperio capitalista" se convierte en un acto injurioso.
Injuria es la animalización a la que nuestros cuerpos han sido objeto producto de las desmesuras coloniales.
Fresh Dress es un documental que estrenó el viernes pasado el cual revisa la historia de la estetica al vestir como un lenguaje de significación en el cuerpo del oprimido, teniendo al HipHop como un agente paralelo que engloba estas experiencias y manifestaciones políticas a través de la cultura y la moda.
Hay una razón geopolitica atrás de la popularidad de los Clarks Wallabees en Brooklyn. Somos.
Hay un ejercicio de estratificación encubierto en tus Nike Uptowns. Estamos.
No te equivoques, baggy pants no son un patron inamovible en la estética del Hip Hop, pregúntale a Melle Mel.
Dapper Dan of Harlem estaba como 15 años adelante que cualquier diseñador pinguero en Milan.
Seguimos dando(nos) brillo.
Alwayz fresh. We are always fresh. Dignificando.