Moonlight nos exhibe, nos hace vulnerables.
Deconstruye la hiper-masculinidad prieta desde el cuerpo propio, sin desracializarlo.
El cine de Barry Jenkins parte de lo más intimo, siempre apuntado a la utilidad e impacto colectivo; una brillante radiografía interseccional.
La estética es en si misma un discurso preciso, ejecutado de forma sublime.
Creí ingenuamente que al director le seria difícil superar Medicine for Melancholy dadas las circunstancias operativas de la industria cultural, pero me equivoque por completo, Moonlight no tiene un pero.
Luz de luna que nos alumbra, desnuda y alienta.
Da gusto.