Crónicas del “periodo especial” cubano, economías subterráneas en las repúblicas del invento, masculinidades prietas, sesgos coloniales, cosificación.
“El rey de la Habana” es un registro histórico brillante, ficción que bien pudiera correr al ritmo de un proyecto documental. Proyección vernácula del solar, del caserío, de la vecindad, de nuestra diáspora.
El "hombre nuevo” del Guevarismo enfrenta la realidad tangible en el cuerpo Negro de Reinaldo, entra en conflicto con las identidades de género no binario en la experiencia de Yunislady y se "da de topes" con las complejidades de la moralidad post-revolucionaria en en cuerpo de Magda.
Si bien es cierto, el estado Cubano asegura no haber prohibido deliberadamente la exhibición de la película en la isla, queda mas que claro que no apoya o consiente al proyecto en ningún sentido, al punto de no facilitar la grabación en la Habana y mudar el rodaje a la República Dominicana.
La estética y narrativa propuesta por Agustí Villaronga dista muchísimo de aquellos ejercicios propagandísticos del exilio en los últimos treinta años y es por el contrario una producción útil para el análisis crítico y objetivo de nuestra realidad como sujetos coloniales independientemente de los marcos políticos a nivel macro a los cuales fuimos suscritos.
El lenguaje simbólico a través del cuerpo expresado al final de la película es uno de los mas grandes aciertos en este film que definitivamente debe ser visto.